Overflow - Desaparición

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Hoy comienzo a escribir una historia que he titulado Overflow. Un proyecto que tenía en mente hace muchisimo y que por fin me animo a ejecutar.


Desaparición

La tarde ya caía y en algunos minutos el sol se ocultaría para que la luna y sus compañeras estrellas puedan adornar una noche lánguida como las de las últimas semanas. El cielo estaba despejado, y empezaba a hacer frío sobre la ciudad. Kevin abre su morral y saca de él su chaqueta, un pequeño frasco con pastillas, y dos cds. Un cd es una base de datos titánica que ha ido construyendo por mucho tiempo, el otro cd es un live cd, una distribución especial de Benux.

Su rostro es de preocupación, pero es una preocupación especial. Sus ojeras y un leve temblor en sus manos son el producto de un ligero desequilibrio en su sistema nervioso. Saca un par de pastillas del pequeño frasco y las lleva con ansiedad a su boca. Son unas pastillas que le ha regalado un amigo para poder mantenerse en pie la mayor cantidad de tiempo posible. Parecen ser muy efectivas, lleva tres días sin dormir, cuando siente que ya no puede más inmediatamente debe ingerir un par de estas pastillas y en unos minutos estará como si acabase de levantarse de un largo y placido sueño.

Por unos instantes su mente se pierde entre la gente que transita por aquel lugar. Piensa que debe ser día de pago, y próximo a una fecha especial por que hay muchas personas en aquel lugar. Es un centro comercial gigante, con cientos y cientos de tiendas que ofrecen un sinfín de productos. Hace algunos meses lo inauguraron, es el centro comercial más moderno del país, Kevin lo ha frecuentado un par de veces.

Un beep intenso seguido de una linda voz muy femenina, diciendo “Se ha perdido la señal”, lo de vuelve a la realidad. Se quita el auricular y rápidamente mira su ephone -joder-. Algo no anda bien, ese extraño presentimiento se incrementa, su respiración es más fuerte y más frecuente. Mira la gente de a su alrededor gente que camina, niños, mujeres, viejos. - Por Dios... - su mirada se trastorna, la gente sigue hablando por su móviles. Cierra rápidamente su laptop, mete todo en su morral y se levanta. Una mirada depravada, una respiración agitada, un poco de sudor frío, y esa maldita tembladera. Observa detenidamente a las personas, sus proyecciones visuales van y vuelven, de derecha a izquierda de arriba abajo. Siente que es observado, el sudor se apodera de su cuerpo, camina rápidamente buscando la salida más cercana, camina y camina, cuando se aproxima a ella puede ver como un hombre de gran estatura se dirige a él; un hombre muy alto, con un traje informal, gorra y lentes de color amarillo. Kevin se detiene lo mira fijamente a los ojos, y sin pensarlo gira su cuerpo rápidamente y comienza a correr entre la multitud. Corre pensando en encontrar un lugar seguro, corre y mira hacia atrás pero hay mucha gente, no puede saber si lo siguen pero siente que es así. Gira nuevamente su cara hacia frente mientras sus piernas van lo más rápido posible, y faltando poco para tener nuevamente su mirada enfocada al frente Krash… todo es oscuro. Pierde el sentido por un momento, y una voz que le pregunta se encuentra bien lo trae de regreso. Un muro se ha interpuesto en su huida, un muro es el responsable de tener sangre en su rostro. Pero no hay tiempo de nada, hay que salir cuanto antes.

Una nueva salida, un instante de alivio, pero de pronto su mirada alcanza a notar otro sujeto. Este parece un importante ejecutivo, pero es casi igual de alto al otro hombre. Kevin cambia su rumbo, el desespero comienza a penetrar sus sentidos. Una escalera de emergencia es la ruta que lo conduce al parqueadero, sigue corriendo y sus piernas parecen no dar más, pasa por entre los carros que están detenidos y un taxi aparece como si fuese enviado desde el más allá; kevin lo aborda rápidamente y le implora al conductor salga lo más rápido posible de aquel lugar. La confusión cae sobre él como nieve. Mira su ephone, la señal está de nuevo. Saca de un bolsillo cerca de su tobillo un dispositivo de almacenamiento masivo y lo aferra muy fuerte a su mano. El taxi va tan rápido por una ruta clandestina que es un atajo para evitar el tráfico pesado de la segunda hora más congestionada del día vehicularmente. Un grito de alto de Kevin, produce un gemido de las llantas contra el asfalto, arroja unos cuantos billetes al conductor y sale tan rápido como puede. Luego de correr algunas calles puede ver la entrada al metro subterráneo de la ciudad. Se detiene unos segundos, arroja el dispositivo que lleva en su mano contra el piso como si se tratara de algo que odiara por que la fuerza transmitida fue enorme. Casi destruido en el suelo, un pie encima arruina por completo uno de los más exclusivos dispositivos de la década.

Kevin aborda el metro, sabe que esta vez estuvo muy cerca, y también sabe que en la próxima no fallaran.

Continuara…




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