Rompiendo el Hielo

No han sido muchas las novias que he tenido. Con algunas he durado más que con otras, algunas las he querido más que otras, y me han pasado un millón de cosas de las cuales he aprendido mucho, de las cuales tengo buenos y malos recuerdos. Hace más de un año estoy sin novia, en parte por que he querido, en parte por que así se han dado las cosas. De mi ultima relación quedé un poco exhausto, fue una relación muy intensa, y todo esto en el buen sentido, es decir, de ambas partes dimos lo mejor de nosotros, compartimos muchísimo, y ahora pienso que un pequeño descanso intermedio no hubiera caído mal. El descanso se dio al final cuando las cosas se terminaron definitivamente.

Dentro de mis planes estaba dedicarme de completo a mi carrera, y así lo hice por un tiempo, pero finalmente he aprendido (después de muchos debates con mi mejor amigo en la Universidad) que no todo en la vida puede ser la academia y el trabajo. En este momento no quiero ponerme a escribir sobre que creo o no creo que es la vida, lo único es que comprendo ahora que hay cosas que no debemos negarnos, que no podemos atarlas.

Hace algunas semanas he conocido una chica. Ha sido una experiencia muy extraña e igualmente interesante, pero me han pasado un montón de cosas, algunas divertidas otras no tanto. Algo muy común en las relaciones amorosas es que en su mayoría (no siempre es así) se originan bajo ciertas características. Solo hace falta indagar en parejas de novios que se mantengan vigentes y activas, en la manera en como se conocieron, las respuestas son variadas pero siempre hay ciertos factores comunes: en el trabajo, en una fiesta, en la universidad, en el barrio, etc. Parece entonces, que se está condicionado a los lugares que más se frecuentan y es casi obvio, es en los lugares donde se pasa el tiempo en mayor medida. Pero casi siempre está dado por las “casualidades”, por eventos no planeados, se conocieron por que se encontraron en una fiesta, por que los presentó x amigo, por que era algún allegado a la familia, etc etc

Pero, ¿y qué pasa cuando la situación se da fuera de estas características? Entonces pongámoslo así: hay una persona que te gusta, no hay NINGÚN vínculo entre los dos, es decir, no comparten ningún espacio, no hay nadie que te la pueda presentar, no tiene idea de que existes. La cosa se comienza a complicar un poco. Algo así me sucedió, fue una situación extraña por que la vi y hubo algo que me gustó, cruzamos 4 o 5 palabras y nada más. Pasaban los días y comenzaba a fijarme en ella, ya entre ese mar de gente lograba identificarla, y un interés especial comenzó a despertar en mí. La vida es un festival de decisiones, en algunas se acierta en otras no, algunas tienen reversa otras no. Y era justo aquí donde yo debía tomar la primera decisión. Una era ignorar (olvidar) eso que había pasado y continuar mi vida normalmente. La otra intentar acercarme a ella, hacerme notar, romper el hielo y mirar que pasaba después. La segunda se veía más entretenida que la primera. Bien, decisión tomada, vamos a romper el hielo, ese camino no tiene retorno, he sido consciente de ello siempre. Primer inconveniente: si no hay nada que nos pueda unir de manera “casual”, no hay nadie que nos pueda presentar, entonces ¿cuál es la mejor manera de acercarse y lograr tener su atención? Hay muchas maneras, las dos contempladas inicialmente podían ser acercarme a ella de manera casual y un: “¿oye tienes horas?”, o “te me pareces mucho a alguien, pero no recuerdo bien, ¿nos hemos conocemos de alguna parte?” mmm, pero no sé. La primera es demasiado clásica aunque una amiga me decía “funciona”, la segunda muy reforzada, ese cuento no se lo cree ni quien lo dice.


Al final, y después de buscar por muchos días, “el mejor momento” finalmente se dio una oportunidad de acercarme y así lo hice. Fue una situación un poco extraña, cafetería de la Universidad, mucha gente, yo entro, con disimulo la busco y voilà… estaba a escasos cuatro pasos. Me acercó, ella tenía puesto un saco color verde que me gusta, tenía una Colombiana (gaseosa) en su mano izquierda y en la derecha un cigarrillo que intentaba encender. Esa conversación inicial es la más dura, es la que rompe el hielo y puede ser decisiva. Me acerqué la saludé, le invité un café sin notar que ya tenía una bebida, ahora que lo recuerdo me resulta chistoso, que despiste que tuve. Al final yo compré el café para mí, y hablamos alrededor de unos 20 minutos por que ambos teníamos clase. La conversación típica, el ¿cómo estás?, ¿qué estudias?, bla bla bla… Fuimos caminando y hablando hasta el salón donde ella tenía clase, yo tenía clase en el mismo bloque pero un piso más arriba, nos despedimos y así terminaba esa primera etapa de romper el hielo. Luego viene la evaluación. Esa noche me costó muchísimo conciliar el sueño, a pesar de haber sido ser una conversación corta lo que se dice y lo que se escucha es importante, o al menos para mí lo es. En ese tipo de situaciones (esta no es la primera que vivo) ese tipo de cosas son muy importantes, por que dan una primera impresión. Un ejemplo es una conversación típica con una niña, físicamente es muy linda, pero… siempre hay un pero, le pregunto a ella:

- Y, ¿Qué te gusta hacer?
- Rumbear ¡¡¡
- ¿Qué tipo de rumba?
- Lo que caiga.
- Ah bien, pero hoy es sábado…
- Si es que ayer rumbeé, y antes de ayer también…

mmmmmmmmmmmm… no sé. Es obvio, a quien no le gusta la rumba, pero una mujer que solo piense en rumba no es precisamente el tipo de mujer que a mi me interese. Siempre he sospechado que eso del amor es una especie de lotería, y con el tiempo voy paso a paso confirmando mis sospechas. Sin embargo, para ganar la lotería el primer paso es comprarla.

Finalmente esa noche hice una primera evaluación de esa primera etapa de romper el hielo, y concluí que estuvo bien, al menos se dio una conversación de varios minutos, de hecho, al menos se dio. En ese momento, nos despedimos y ya, algunos minutos después de ello pensé en que pude haberle hecho una invitación a cualquier cosa y así haber enlazado una segunda conversación, un segundo encuentro. Pero no fue así, y quedaba casi que en la misma situación de antes, a la expectativa, y a buscar un segundo “mejor momento” para acércame de nuevo…

Esto me ha dado para pensar muchas cosas y hacerme muchas preguntas: ¿Cuál es la mejor manera para romper el hielo?, en caso de haberle hecho una invitación al final de la conversación, ¿Qué tan positivo podría resultar ello? ¿Se debe pedir el número de teléfono en la primera conversación? ¿Cómo saber si se tuvo éxito en esa primera etapa de romper el hielo? ¿Cuánto tiempo se debe dejar pasar antes de volver a buscarle?






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